miércoles, 30 de noviembre de 2011

NAZARIO ( cuento )

De todas las sonrisas, de todos los silencios, los más angustiosos nacían de Nazario Arrube, el hombrecito encorvado, feo y deforme, de ojos grises, legañosos y un aire de desapego permanente
en la mirada. Nazario parecía haber brotado de la misma tierra y mantenerse cautivo de ella,
detenido horas y horas en el mismo sitio, silencioso, con esos brazos de tonto que le colgaban
sin gracia y esa sonrisa boba que no alteraba su expresión oscura y muda.
   Ese hombre sin memoria, sin presente ni futuro. poseído por la locura ya no llamaba la atención de nadie. Pasara lo que pasase, nada conmovía ese espíritu que erraba vaya a saber en qué lejanas nebulosas
   Sobrevivía sin esfuerzos, la comida le llegaba regularmente de manos de Mercedes Aguilar. la esposa
del dueño de la farmacia, contra la voluntad del hombre , que .opinaba que todo lo que tuviera que ver con su mujer, se emparentaba con lunáticos y extraviados.
   -Dios los cría y el viento los amontona - refunfuñaba.
   El pueblo había perdido  la noción del tiempo que hacía que conocían a Nazario., y el pobre infeliz
vagaba, chancleteando unos zapatones deformados.,y sus manos, exageradamente grandes, intentaban
algunas veces
 una tímida caricia sobre la cabeza de Mercedes, que le sonreía con ternura, llena  de piedad por ese
ser que perdió su luz.

   ¡Pobre Nazario ...! muy de tanto en tanto, un rayo de lucidez cruzaba su mirada y le permitía asomarse
en sí mismo.tenía sólo cinco años entonces, pero parecían menos, porque era pequeño y  frágil de
cuerpo. Jugaba a las escondidasy se metía en cuanto agujero encontraba, llevado por una extraña fuerza,
La abuela materna lo cuidaba como podía, a cuestas con el pesar de haber perdido a los seres que
tanto amó y con la ternura por ese niñito que llevaba su sangre y la volvía loca con sus travesuras.
   Tenían en la casa un pozo de balde, de donde sacaban el agua fresca y cristalina, donde se enfriaban
las sandías,las botellas de vino que la mujer siempre tenía a mano para anestesiar el dolor cuando se
hacía insoportable.
   Una tarde de otoño, de ésas que con su gris melancolía agudizan el desconsuelo del alma, la abuela
fue a buscar alivio al pozo, sacó la tapa, la dejó al costado, subió por la roldana una botella y allí nomás
la descorchó. Al  primer trago, un calor largo recorrió su pecho, vinieron otros y otros ... y más
botellas. Tambaleándose regresó a la casa.
   Hasta la boca oscura, llegó el chiquito, hizo fuerza, trepó, asomó la cabecita, perdió el equilibrio ...
   Sus gritos alertaron al vecindario. Dos hombres lo rescataron, a punto de ahogarse.
   El corazón de la vieja, hartado de dolor, dejó de latir y se quedó rígida y fría. No sufrió, no tuvo
tiempo.Pasó de la vida a la muerte en un santiamén.
   Nazario perdió la luz de la mirada y las palabras. Se las llevó la abuela, seguramente. Desde ese instante
se instaló el rostro del niño esa sonrisa boba y ese aire de desapego permanente en la mirada, que lo
acompañarían hasta el fin-




QUE TU ALMA VUELE Y VUELE :::!

                                         María del Carmen Názer..
  



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