Comparto con ustedes este bellísimo texto de R. Tagore .
Upagupta, el discípulo de Buda, se encontraba dormido
sobre la tierra, cerca del muro de la ciudad de Mathura.
Todas las luces estaban apagadas, todas las puertas
cerradas y todas las estrellas escondidas bajo el cielo
sombrío de agosto.
¿De quién eran esos pies con brazaletes en el tobillo
que tintineaban y le tocaban el pecho de repente ?
Se despertó sobresaltado y la luz de la lámpara de una
mujer iluminó sus ojos indulgentes.
Era la bailarina, llena de joyas brillantes, vestida con
un azul pálido, embriagada con el vino de su juventud.
Ella bajó la lámpara y él vio su rostro joven , austeramente
bello
"Perdóname joven asceta", dijo la mujer, "amablemente
ven a mi casa, la tierra polvosa no es una cama apta para tí".
El joven asceta respondió: "Mujer, sigue tu camino ; cuando
sea el momento apropiado , iré hacia tí".
De repente, la noche oscura mostró sus dientes con un destello
de relámpago.
La tormenta retumbó desde la orilla del cielo y la mujer tembló
por temor a algún peligro desconocido.
No había pasado ni un año.
Era el anochecer de un día de abril, en primavera.Todas las ramas
de los árboles al borde del camino estaban en floración.
A lo lejos, flotaban las alegres notas de la flauta , en el tibio
aire de la primavera.
Los ciudadanos se habían ido al bosque, al festival de las flores.
La luna llena se contemplaba en medio del cielo , sobre las sombras
del pueblo silencioso.
El joven asceta caminaba por la calle desierta, mientras que por
encima de su cabeza , los cuclillos enamorados emitían su queja
continua desde las ramas del árbol de mango.
Upagupta pasó por las puertas de la ciudad y se detuvo cerca de
la base del muro. ¿Era una mujer la que yacía a sus pies, en la
oscuridad del huerto de mangos ?Afectado con negra pestilencia,
su cuerpo estaba cubierto de llagas de viruela La habían sacado
rápidamente del pueblo para evitar su venenoso contagio.El asceta
se sentó a su lado, colocó la cabeza de ella sobre sus rodillas,
humedeció sus labios con agua y untó su cuerpo con bálsamo de
sándalo. "¿Quién eres tú, que te apiadas de mí?", preguntó la
mujer."Por fin llegó el momento de visitarte y aquí estoy"contestó
el joven asceta.
Rabindranath Tagore.
Inmensamente aleccionador.
ResponderEliminarCertero y muy profundo.
Un abrazo.
Gracias por venir Armando.
EliminarHermoso comentario.
Un abrazo enorme.
UN ASCETA QUE SABÍA QUE ES SER PRÓJIMO (PRÓXIMO).
ResponderEliminarpRECIOSO Y EJEMPLAR
Besos
André
Hola André querido !
Eliminargracias por tus palabras. Pienso igual.
Un abrazo gigante.
Un texto muy profundo y reflexivo, amiga...El asceta estaba lejos del vicio y los placeres de la carne, su espíritu había remontado y desde la compasión sabía dar lo que cada uno necesitaba en el momento apropiado...El tiempo le dió la razón y la mujer lo tuvo en el momento justo..y quizá en ese momento el espíritu de la mujer comenzaba a liberarse de sus ataduras...
ResponderEliminarMi gratitud y mi abrazo grande por tus buenos posts...
M.Jesús
Hola amiga del alma !
EliminarComo siempre, tu comentario es acertado y amoroso.
Mil besos.
¡Feliz tarde - noche !
Mi poeta de juventud, cuantos recuerdos se han despertado leyendo. Un abrazo feliz
ResponderEliminarGracias por estar Ester !
EliminarTagore y Rumi , me matan de amor.
Mil besos.
¡Feliz tarde - noche !
A Tagore siempre hay que leerlo con el corazón...llega tan adentro.
ResponderEliminarFeliz día
Besos
Es verdad José Manuel, Tagore me estremece, es maravilloso.
EliminarUn abrazo gigante.
¡Feliz jueves !
Hermoso y aleccionador.Gracias.
ResponderEliminarGracias a tí.
EliminarMil besos.