De repente, un chubasco !
La mujer, sola, mira
por la ventana.
Kaikaku.
Bajo un sol de justicia,
el amo que cultiva
crisantemos.
Shiki.
Los pasos del sol
quiere seguir la malva
bajo el agua de mayo.
Basho.
Lluvia en verano:
hasta un río sin nombre
crece mientras crece
mi zozobra.
Buson.
CARTA DE AMOR DE ADOLFO BIOY CASARES
A ELENA GARRO.
Mi querida, aquí estoy recorriendo desorientado
las tristes galerías del barco ...
y visito de vez en vez tu fotografía y tu firma
en el pasaporte...
Has poblado tanto mi vida en estos tiempos
que si cierro los ojos y no pienso en nada
aparecen tu imagen y tu voz.Ayer cuando me dormía
así te ví y te oí de pronto: desperté sobresaltado
y quedé muy acongojado, pensando en tí,
con mucha ternura y también en mí y es
como vamos perdiendo todo.
Te digo ésto y en seguida me asusto:
en los últimos días estuviste no solamente
muy tierna conmigo sino también benévola
e indulgente, pero no debo irritarte con melancolía
, de todos modos cuando abra el sobre de
de tu carta ( espero , por favor que me escribas )
temblaré un poco. Ojalá que no me escribas
diciéndome que todo se acabó y que es inútil
seguir la correspondencia.
Tú sabes que hay muchas cosas que no hicimos
y que nos gustaría hacer juntos.
Además, recuerda cómo nos hemos divertido,
cómo nos queremos. Y si a veces me pongo
un poco sentimental no te enojes demasiado...
Me gustaría ser más inteligente o más certero,
escribirte cartas maravillosas. Debo resignarme
a conjugar el verbo amar , a repetir por milésima vez
que nunca quise a nadie como te quiero a tí,
que te admiro, que te respeto,que me gustas,
que me diviertes, que me emocionas, que te adoro.
Que el mundo sin tí, que ahora me toca, me deprime,
y que sería muy desdichado de no encontrarnos
en el futuro.
Te beso, mi amor, te pido perdón
por mis necedades.
Fragmento de una carta de amor
de Adolfo Bioy Casares ( escritor argentino )
casado con Silvina Ocampo ( argentina)
a Elena Garro ( mejicana ) casada con Octavio Paz.
John Michael Carter.
Deja ya de perseguirme
viento atrevido del norte
déjame, que estoy cansada
quiero tenderme en el monte.
¿Quieres mi cinta de seda ?
¿Quieres mi anillo, mi broche ?
Tenlos, viento, pero déjame
quiero estar sola en el bosque.
He corrido tanto, tanto
desde el día hasta la noche.
Salté ríos en mi huida
y atravesé el horizonte.
Deja ya de perseguirme
viento atrevido del norte
déjame que estoy cansada
quiero tenderme en el monte.
CLARIBEL ALEGRIA.
A la casa de las palabras, soñó Helena Villagra
acudían los poetas.
Las palabras, guardadas en viejos frascos
de cristal, esperaban a los poetas
y se les ofrecían locas de ganas de ser elegidas:
ellas rogaban a los poetas que las miraran,
que las olieran, que las tocaran, que las lamieran.
Los poetas abrían los frascos, probaban palabras
con el dedo y entonces se relamían o fruncían la nariz.
Los poetas andaban en busca de palabras
que no conocían, y también buscaban
palabras que conocían y habían perdido.
En la casa de las palabras había una mesa
de los colores y cada poeta se servía
del color que le hacía falta :
amarillo limón o amarillo sol,
azul de mar o de humo,
rojo lacre, rojo sangre, rojo vino ...
Eduardo Galeano.
de "El libro de los abrazos "
DUY TUAN
Diego no conocía la mar.
El padre, Santiago Kavadloff lo llevó
a descubrirla.
Viajaron al Sur.
Ella, la mar , estaba más allá de los
altos médanos, esperando.
Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin
aquellas dunas de arena, después de mucho caminar,
la mar estalló ante sus ojos.
Y fue tanta la inmensidad de la mar,
y tanto su fulgor que el niño quedó
mudo de hermosura.
Y cuando por fin consiguió hablar, temblando,
tartamudeando, pidió a su padre:
¡AYÜDAME A MIRAR !
De "El libro de los abrazos" de
EDUARDO GALEANO.
¿Cómo sujetar mi alma para
que no roce la tuya ?
¿Cómo debo elevarla
hacia las otras cosas sobre tí ?
Quisiera cobijarla bajo cualquier
objeto perdido
en un rincón extraño y mudo
donde tu estremecimiento
no pudiese esparcirse.
Pero todo aquello que tocamos tú y yo,
nos une, como un golpe de arco,
que una sola voz arranca
de dos cuerdas.
¿En qué instrumento nos tensaron ?
¿Y qué mano nos pulsa formando
ese sonido ?
¡Oh dulce canto !.
Rainer María Rilke.
-Eres tan guapa - dijo acariciándole la cara
y pasándole un dedo por los párpados , la nariz
y los labios - Eres muy importante para mí.
Quiero cuidar de tí, velar por tí . No quiero
que te pase nada malo.
Nina lo miró, le cogió la mano y la besó.
-Por favor, deja que te ame.- Nina asintió
ligeramente azorada y apartó la vista sin soltarle
la mano. -Quiero que seas la mujer más feliz del mundo.
Nina volvió la cara y lo miró a los ojos, en los que vio
lo que esperaba : dulzura, honradez y sinceridad.
Charley le puso una mano en la barbilla
y le acercó la cara.
- Estoy enamorado - aseguró antes de cubrir
sus labios y darle un beso elegante, delicado
y sutil , como él mismo.
Cuando se apartó , lo miró con timidez,.
A pesar de sonreír , le desilusionó no haber sentido
los fuegos artificiales de los que le había dicho
su madre que ella había sentido cuando su padre
la besó por primera vez. No había notado
mariposas aleteando enloquecidas en el estómago
cuando le cogió la barbilla, y al besarla
no había experimentado el temblor
que Jumana le había descrito, esa sensación
de derretirse como el chocolate , ni el ardor
o la pasión desesperada para que la poseyera.
Quizá todo eso vendría con el tiempo, se consoló.
Este es un pequeñísimo fragmento del libro
"Miel y almendras" de Maha Akhtar
Cada año
en la época de nieve
y con una flor en el pelo
a menudo bebo hasta la embriaguez.
deshojo las flores una a una
aunque no me complace por entero
ya que consigo únicamente
empapar de lágrimas mi vestido
este año
me he perdido en algún lugar
del horizonte,
la tristeza encanece mis cabellos
y por la noche
escudriño por dónde viene el viento.
¡ ya me resulta tan difícil
ver las hermosas flores del ciruelo
abiertas !
LI QUINGZHAO.
En el crepúsculo
ráfagas de viento y lluvia.
Luz ardiente que se deshace
y se apaga.
Ya he dejado de tocar la flauta
de bambú.
Y frente al espejo engastado con flores
ligeramente me maquillo
.
Bajo el vestido de seda púrpura
mi fina piel de nieve
Exhala un delicioso perfume.
Entonces
sonriendo
susurro a mi amado
"esta noche
tras el dosel de muselina
sentiremos el frescor de nuestro lecho".
CAI SANG ZI.
Debo dejarte,
pero como oiga el murmullo
del pino que se alza
en el monte Ynaba
volveré corriendo.
Ariwara.